DINO EN EL PORTAL
Dino en el portal: Entrañable historia de Pedrito que, habiendo roto el buey del nacimiento, lo sustituye por uno de sus juguetes: un dinosaurio. |
Un día que estaba consultando los mensajes de whatsapp de mi móvil recibí un video con mi sobrino-nieto Pedro, de 4 años, en casa de su abuela jugando con un dinosaurio. Me extrañó un poco pues, apenas un par de meses antes, tenía pesadillas por soñar con los monstruos… Sin saber cómo me vinieron entonces a la cabeza las imágenes de una película donde un niño rueda su particular película casera con un dinosaurio de juguete. Pensé que era el propio Spielberg en el comienzo de “Los Fabelman”; pero revisando videos no encontré esa escena. Sí encontré una similar en "Frankenweenie", el segundo largometraje de Tim Burton (en la versión primitiva en BN, de 1984). El caso es que me me puse a imaginar un dinosaurio de juguete, y un poco grandecito, que un niño dejaba en el nacimiento y que cobraba vida en un momento dado. Evidentemente se montaba un zipi-zape de aupa.
Me puse a
elaborar una historia en la que interviniera mi sobrino de 4 años (al que tenía
en mente con las imágenes del video) y un dinosaurio poniendo patas arriba el
nacimiento al despertarse a la vida en ese escenario. Fui hilando las escenas y
me gustó el resultado. Incluso las músicas que proporcionaba Suno me parecieron muy
adecuadas. Terminó siendo uno de mis preferidos y evoco en mi cabeza imágenes muy realistas, como
si de una película se tratara. Las rimas, además, me salieron bastante bien,
aunque repita alguna palabra de vez en cuando (como “pavimento”); pero es que
se me acababan las palabras con rima consonante en “ento”. (Puedes estar
tranquilo, casi ni te enterarás).
He de decir
que, para encontrar palabras para mis rimas, recurro -cuando la inspiración se
marcha a por tabaco- a algún programa de los varios que hay en internet.
Mi preferido es “Cronopista” que te
ofrece un vocabulario de rimas con varios filtros y resultados ordenados por
frecuencia de uso (lo ideal es escoger palabras usuales, si no el poema deja de
ser natural y se torna pedante).
Completé la historia incluyendo a su abuela, Elisa, que le cuida cuando su madre está en el trabajo e incluso le acuesta muchas veces. Además, Pedro, ayudó a su abuela a hacer el nacimiento el año pasado. Así todo parecía natural. Incluso el llorar compungido ante “la trastada” involuntaria me lo representaba con el rostro de mi sobrino cuando se disculpa por alguna de sus inocentes travesuras. Es verdad que las excusas que pone no son adecuadas… pero ¡es un villancico!. En ellos los niños se comportan y hablan como adultos muchas veces… (Podéis comprobar su peculiar manera de ver el mundo en esta breve conversación que provoqué -a modo de entrevista improvisada- para incluir ¡al menos una! entrevista en mi programa; que ¡todos las hacen menos yo!)
Cuando
escuche la música encontré, por una vez, que el bajo (habitualmente con una
intensidad exagerada en las composiciones de Suno) se adecuaba muy bien
imitando el paso de un pesado dinosaurio (recordad la escena en que se aproxima
un Tiranosurius Rex y hace temblar las
copas de champán en la película de Jurassic World).
Al final
salió un villancico encantador y sorprendente. Nuestro dinosaurio, uno de los
juguetes preferidos de mi sobrino Pedro se llamará naturalmente Dino y, que
estén los niños tranquilos, su maldad se desata tan solo durante un sueño…
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