LAS NAVIDADES DE AYUELA
Mi madre tiene la friolera de 101 años. Añora constantemente su pequeño pueblo de Ayuela de Valdavia donde vivió su juventud y se casó. Después de nacer su primer hijo (un servidor) se trasladó sucesivamente a Carrión de los Condes y después a Burgos. Sus recuerdos de la vida dura y sencilla en su pueblo natal nos los relata a menudo y nosotros la escuchamos con reverencia. No hace mucho, para la revista diocesana Inmigra, en Burgos, escribió un pequeño artículo describiendo cómo eran antiguamente las Navidades en su pequeño pueblo palentino. Este relato, completado con otras informaciones que recabamos por su parte, componen el grueso de este villancico, aún inédito, y que servirá para felicitar las Navidades este año.
Transcribo textualmente el contenido de esta composición:
"Yo tenía 13 años cuando estalló la guerra y todo cambió; pero recuerdo muy bien aquellas Navidades de cuando tenía 7 años. ¿Que hacíamos entonces en Ayuela, mi pueblo de Palencia? No existían los turrones, ni luces de ahora, pero con unas castañas y unos villancicos lo pasábamos muy bien. Ayudábamos a hacer los nacimientos, catábamos y bailábamos con música que se hacía con pandereta, tamboril y acordeón. Luego, ir a Misa del Gallo, casi siempre con nieve.
Cuadno ya tenía 10 años nos juntábamos las amigas y amigos y hacíamos baile. Luego jugábamos una partida con las cartas y hacíamos chocolate y orejuelas, y con una copa de aguardiente y unos villancicos éramos felices.
Casi siempre había nieve por las calles, y recuerdo una vez que había hasta un sendero en la nieve para ir a la Misa del Gallo. Ya mayorcitas, cogimos una patata grande, la pintamos unos ojos, nariz y boca y la tiramos en el sendero, y cuando el cura fue a decir misa se asustó y dio la voz de alarma.
Pero nos gustaban más los Reyes: a tres personas se les vestía de Reyes e iban por las casas a pedir los aguinaldos, y con lo que sacaban se hacia una merienda todos juntos. En aquellos tiemos no había regalos en general, pues la gente vivía con poca economía. Todos los niños del pueblo, haciendo cola, iban a casa del cura y el cura les daba una taza de castañas a cada niño y una perrilla de 5 céntimos. Con la perrilla compraban 5 caramelos grandes. Yo, por suerte, vivía en la casa del cura, que era mi tío. ¡Dichosa Navidad! Todos contentos."
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