VILLANCICO DEL ABANICO
Villancico del abanico: Una joven geisha, entre los sirvientes de Gaspar, regala su abanico al Niño. |
Este villancico surgió de un juego. En realidad, es un pequeño reto a la imaginación y la creación literaria. Es una diversión (en el sentido de “diverso”) a la que me he dedicado a veces, cuando quiero obtener un resultado original. El resultado va desde lo vulgar hasta lo genial, pasando muchas veces por lo surrealista. Es un entretenimiento emparentado con el juego de “Los cadáveres exquisitos” al que tan aficionados eran los artistas surrealistas el siglo pasado.
También puede considerarse una técnica de creación literaria como la propuesta por el italiano Gianni Rodari denominada “el binomio fantástico” (la otra palabra del binomio -además de abanico- en nuestro caso es, evidentemente, “Nacimiento”) que trata de unir dos conceptos o ideas que aparentemente no tienen relación entre ellas y crear una chispa creativa de la que surgirá una idea para un texto narrativo, un personaje, etc.
En mi caso simplemente me planteé el reto de componer un villancico tomando como base del mismo una palabra al azar. Así que pedí a Charo, mi esposa, que me dijera una palabra al azar (y como estaba en ese momento abanicándose pues era el mes de agosto) no se lo pensó mucho y eligió rápidamente “el abanico” . Inicialmente sorprendido por este elemento de aparición tan poco probable en un nacimiento me puse a pensar cómo insertarlo en una de estas canciones sin meterlo con calzador. Pensando, pensando, me di cuenta de que los tres reyes magos provenías de Persia. Eran probablemente Magos, astrónomos de Yazd, al sur de Irán, que observaban los cielos para identificar cambios que indicaran acontecimientos significativos, ¡como una nueva estrella! Las narraciones posteriores al evangelio de Mateo, identificaron (más bien inventaron) los nombres de los magos, así como sus tierras de origen: Melchor de Persia, Gaspar (también llamado Caspar y Jaspar) de la India y Baltasar de Arabia.
La clave para elaborar el villancico podría estar en el séquito que podría haber acompañado a Gaspar, a quién se le supone una nacionalidad cercana a la China de entonces. Parece lógico, pues, que algunos sirvientes fueran de origen chino o incluso japonés. Y si bien el origen histórico documentado de las gheisas se sitúa en Japón, en el año 1603, en la época Edo; al igual que las geishas, existían sus diferentes versiones en sus dos países vecinos principales: las kisaengs en Corea del Sur y las concubinas en China. (Reconozco que, durante la composición pensé en una gheisa china (gran error) y no precisamente como concubina.
La palabra geisha ( "gué(i)sha") significa literalmente artista, una definición que difiere notablemente con la que nosotros asignamos a estas mujeres: prostituta o concubina. Las geishas son artistas, " belleza en movimiento, que son juzgadas como obras de arte" (según expresión extraída de la famosa novela "Memorias de una geisha"). Una geisha dominaba todas las artes: la música (cantar y tocar), la danza, el arte de la conversación, la ceremonia del te; aprendía como moverse, como hablar, como gesticular, qué kimonos elegir... Eran la perfección femenina nipona personificada.
¿Cuál era exactamente su oficio? Entretener. Nada más. Por la noche, después de todo un día de reuniones y conferencias, los grandes empresarios (digo grandes porque solo ellos podían permitirse el lujo de pagar a una geisha, pues era muy cara) , cansados, iban a beber o a cenar juntos en las casas midori , (verdes) es decir, las casas de te. Allí estaban acompañados por geishas que hablaban con ellos de cualquier tema de actualidad (sumo, política, teatro, hechos de actualidad), les servían el te, les cantaban una canción o bailaban haciendo girar sus hipnóticos abanicos de colores, tocaban el shamisen (un instrumento de tres cuerdas con un mastil muy alargado y una caja muy pequeña). Aunque no solo les acompañaban en las cenas de las casas de te verde de Gion(el barrio de gieshas por excelencia) sino que les acompañaban al teatro, al sumo, a ver los cerezos en flor o a pasear admirando las glicinas.
Esta gheisa (la auténtica japonesa, no la versión china de concubina) es la que yo traje a mi villancico. Un error de bulto por el que pido perdón. Nada me hubiera costado cambiar la nacionalidad del personaje y hacerlo japonés (aunque Japón resulta mucho más exótico y alejado de la India, de donde se supone procedía Gaspar. Además se produce otro error cronológico garrafal, pues las gheisas empezaron a existir como tales hace tan solo 400 años.
Pero el villancico sí refleja, de alguna manera, el carácter del personaje: menuda, ojos oblicuos, dulzura, actitud servil, sus delicados movimientos y… ¡su abanico! Y con eso cerramos el juego y ganamos la partida. Al mismo tiempo realizamos un “metavillancico” (villancico sobre villancicos) con un estribillo muy juguetón que nos permite ir incluyendo escenas de la adoración de los reyes manteniendo la aparición del personaje en suspenso hasta el final del villancico.
La música de inspiración china en un estilo más occidentalizado, concretamente llamado: “Mandarín americam primitivism”.
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