BELÉN EFRATA
Belén Efrata:
Paseo imaginario por el pueblo de Belén y alrededores con el padre de Jesús
(José, el carpintero) y el niño con unos 5 años. El padre habla de David,
Herodes, el paisaje… |
La mención más significativa a propósito de Belén como nacimiento de ansiado Rey de los Judíos la realiza Miqueas:
«Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias
de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde
el principio, desde los días de la eternidad».
(Miqueas 5:2)
La palabra que designa el pueblo de Belén significa “Casa del pan” (En hebreo
“Beth-lehem”). Efrata (Ephrata significa “lugar fructífero”) era también el viejo nombre de Belén de Judá,
según citan frecuentemente los eruditos
Belén está a 8 km. de Jerusalén y en tiempos del nacimiento de Jesús era un
asentamiento modesto a lo largo de una cresta en forma de media luna en la
frontera de la región montañosa de Judea al oeste y el desierto de Judea al
este. Durante siglos, el pueblo consistió principalmente en un grupo de casas a
las que se accedía por un camino de tierra que se bifurcaba del Camino de los
Patriarcas, la principal ruta comercial de norte a sur entre Jerusalén y Hebrón
que traía una cantidad significativa de tráfico interregional de Egipto, Arabia
y Siria.
Las laderas de las colinas circundantes de Belén y sus
campos adyacentes proporcionaron tierras agrícolas fértiles para cosechar trigo
y cebada (lo dicen las escrituras; véase Rut 1:22; 2:1–3; y 4:11), lo que
probablemente le proporcionó al pueblo su nombre hebreo, “Casa de Pan”. Estas
colinas inclinadas también contenían huertos de olivos en terrazas, parches
expuestos de roca caliza perforada con cuevas naturales y grandes extensiones
de maleza natural, todo lo cual hizo que el campo alrededor de Belén fuera
ideal para que labores de pastoreo. Habría pues numerosos pastores y rebaños de
ovejas y cabras. Uno de esos pastores del pueblo fue David (el futuro rey), quien de joven fue
ungido por el profeta Samuel para gobernar sobre Israel (1 Samuel 16:1–13) y
quien más tarde llegó a simbolizar las esperanzas proféticas de la futura
realeza de la nación (véase Isaías 11:1–16; Amós 9:11–15 y Jeremías 23:5–6). Es
posible que gran parte de los productos agrícolas de los alrededores de Belén,
así como muchas de las ovejas y cabras que se crían allí, se usaran para
suministrar las diversas ofrendas y sacrificios necesarios para el templo de
Jerusalén, como se implica en fuentes rabínicas posteriores (véase m. Shekelim
7:4).
El paisaje de Belén en el siglo I y la campiña
circundante incluiría grutas naturales para albergar animales; vallas bajas de
piedra para delimitar los espacios de pastoreo; torres de vigilancia hechas de
piedras de campo apiladas para ofrecer seguridad y pequeñas piscinas de
inmersión (miqva’ot) excavadas en la roca madre, lo que permitía a los
trabajadores agrícolas mantener los estándares bíblicos de pureza ritual
requeridos para manejar productos o animales que serían enviados al templo.
Juntas, estas características habrían formado el telón de fondo para la
descripción de Lucas de los “pastores en la misma región, que velaban y
guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños” cuando el ángel les
proclamó las buenas nuevas del nacimiento del Mesías en el pueblo (véase
Lucas 2:8–11).
El
nacimiento de Jesús en Belén, por otra parte, ocurrió literalmente a la sombra
del rey Herodes — a la vista de Herodión (El monumento y la tumba
de Herodes el Grande había construído en una montaña artificial junto a un palacio
fortificado construido al sureste de Belén) mientras que ,al mismo tiempo, planteaba un desafío divino al dar a luz al último mesías real nacido en el
pueblo de David.
Juntando estos elementos he realizado este villancico que recrea una visita imaginaria de José (el padre) con su hijo pequeño a su villa natal (se supone que residirían ya en Nazaret y que, en alguna visita a Jerusalén, aprovecharían para que conociera su pueblo natal) donde le va explicando elementos de la historia de la población y de sus paisajes. No es difícil imaginar a cualquier padre enumerando a su hijo pequeño hechos históricos de su lugar de nacimiento. El Niño, que le escucha con atención, sabe en realidad más que su progenitor; pero escucha pacientemente las historias que le cuenta su padre.
El vilancico
termina con algunas consideraciones, como que
muchos corderos se destinaban al
tempolo de Jerusalén, donde
Jesús admiraría a los doctores con su sabiduría.
Inevitablemente
incluyo una flauta en la música (instrumento típico de los pastores). Su unión con los bajos me recuerda a mi
admirado Jethro Tull la banda de rock progresivo británica de finales de 1967.
No es un
villancico al uso en cuanto a la música; pero es original en el enfoque. No sé
de ningún otro que esté dedicado a la propia población donde nación Jesús.
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